Raluy es un pueblo abandonado en la comarca aragonesa de Ribagorza.
Antonio Raluy, nacido en 1833, tenía un oso. Al cortar el tendón de una de las patas de atrás de un caballo muerto, recibió una coz y falleció. Su hijo Antonio, natural de Fonz, no se dedicó al circo. Sin embargo su nieto, Luis Raluy Iglesias, natural de Carcassonne (Francia), ya en 1931, con veinte años realizaba ejercicios de trapecio en Barcelona. El circo en aquellos años disfrutaba de reconocimiento social; sus artistas, anunciados en la prensa y los carteles publicitarios, gozaban de popularidad. La Ciudad Condal disponía de incluso edificios estables, como el Circo Olimpia, y de locales de encuentro para los artistas, tal era el caso del London Bar. La circunstancias fueron, pues, propicias para que en 1935 tuviese contactos profesionales con los barristas Oliveras (formaría parte del trío: Oliveras, Luis Raluy y Sebastián) y los Keistone (Isidro, Juanito Siles y Luis Raluy). Con estos últimos trabajó la temporada 1936 en Alemania con el Circo Sarrasani —hacían dos números: los barristas Keystones y los payasos 3 Fernando Yardys— y la siguiente, en Londres.
Luis Raluy Iglesias (1911-1984), inventor y aventurero
Sin duda que valor, ingenio y tesón no le faltaron, ya que en 1940 presentó, en el parisino Circo d’Hiver, el número del doble proyectil humano. Sería el primero de una serie de aparatos en experimentación: a partir de los años cincuenta dirigió el triple looping del coche pilotado; en los sesenta, realizó pruebas con un prototipo de helicóptero monoplaza de doble hélice arriba, con idea de hacer publicidad para el Circo Orfei; y en los setenta, los tiburones, de los que hablaremos más tarde. Estos números le permitieron trabajar en los mejores circos europeos junto a su mujer, Marina Raluy Tomás y los cuatro hijos que tuvieron: Luis, Carlos, Eduardo y Francis.
De 1960 a 1962 Luis padre, esposa e hijos, en sociedad con unos saltimbanquis brasileños, viajaron con el nombre de Circo Brasil por África y Asia: Madagascar (Tananarive, Matave), Reunión, Tanganica, Dar es Salan, Lago Victoria, Kampala, Nairobi, Kilimanjaro, Mombasa, Uganda, Kenia, Mauricio, Ceylán, Kandi, Colombo, Singapur, Malaysia, Vietnam (empezaba la guerra), Kaulin, Hong-Kong, Singapur,... y Barcelona. Años más tarde, en algunos de estos lugares actuaron los hijos con cierta frecuencia.
A este periplo por tierras exóticas le seguiría una serie de temporadas, nuevamente, contratados en circos europeos; en las que los hijos se fueron incorporando a los números de: trapecio, barras, hombre cañón, magia, payaso,...
Empresarios
En 1972 adquirieron en Portugal su primer circo, el París. En Inglaterra compraron camiones, las matrículas las consiguieron por correo y, como eran del estado de Alabama, cambiaron el nombre del circo por el de Alabama; con el que abrieron en 1973 en el país lusitano. Moscowo le llamaron después, y con éste vivieron la Revolución de los Claveles. A finales de 1975 entraron en España por Badajoz. En 1976 estaban aquí con el Circo de Moscú. Hacía poco que se había estrenado en los cines “Tiburón”.
Al comenzar el año 1977 el circo estaba parado por su descanso invernal en el terreno de Aldea (Tarragona). Todo el personal ignoraba por qué el padre y los cuatro hijos pasaban el día en un desván y salían por la noche blancos. Estaban fabricando los tres tiburones, uno de cada especie, que servirían de gancho publicitario para ésta y las dos temporadas siguientes. Una noche hicieron la prueba con uno de ellos en el depósito de agua de una finca con naranjos; al no tener prevista la ventilación del gas de la batería, explotaría. Aplanados pudieron subsanar la dificultad con los siguientes. Ambientaron el circo con caravanas con ventanas circulares, a imitación de las de los barcos, y encargaron una publicidad espectacular.
La representación se hacía como un número más. La piscina estaba situada encima del control y éste en uno de los extremos del circo ovalado. En una de las representaciones uno de los tiburones se fue al fondo y Okel, el presentador, tuvo que improvisar: “Les explico: tenemos que hacer una mezcla de agua dulce y salada para que el tiburón pueda estar en una piscina de reducido tamaño. Esto es lo que le produce en ocasiones un mareo y se va al fondo”. El reclamo de los tiburones fue vendido con inteligencia y una buena puesta en escena que hacía creíble el número. Cuando estuvieron instalados en Madrid junto al Manzanares, se corrió el rumor de que uno de los tiburones había caído al río, y los ciudadanos miraban por si lo divisaban. Los llenos en estas temporadas se sucedieron en su Circo Ringland.
Francis Raluy, un artista sin fronteras.
El modelado de los tiburones fue obra de Francis Raluy, artista de grandes dotes plásticas. Fabricaría también otros fenómenos que servirían de ganchos publicitarios: “El pulpo gigante de las Bermudas” (1982) y “La incógnita, ¿mutación genética?” (1990). Comenzó a estudiar veterinaria pero reconoce que no pudo soportar el estar separado del circo: “El circo te da libertad y a la vez te atrapa. Una vez que has nacido en él pierdes la facilidad de estar fuera”. Practicó el lanzamiento con jabalina, amante de la ópera y la guitarra, reconoce que le gustaría trabajar en la construcción de se- res fantásticos para el cineasta Spielberg. En la pista ha realizado labores de payaso, equilibrista y perchista. Con este último número protagonizó dos temporadas en el Circo Roncalli de Alemania, uno de los más importantes de Europa. Como la mayoría de hombres con talento es un hombre humilde y sencillo.
Tras una gira africana regresan en 1981 con el material y los transportes muy deteriorados. A la vez comprueban cómo el consumismo con el vídeo repercute en la taquilla del resto de espectáculos: también el circo se resiente. Por aquel tiempo anunciaban al elefante futbolista, el rinoceronte Jambo, al gorila bebé...
En 1983 Eduardo junto a su mujer, María Elena, y sus hijos, Sandro y Marina, optan por seguir en la línea de circo dirigido por la familia hasta entonces con el Circo Willians. Material que en la actualidad trabaja principalmente en las Islas Baleares. En 1987 recuperando el nombre de Circo de Brasil, volvieron a trabajar juntos los cuatro hermanos en algunas de las islas Antillas y la Reunión. El resto de temporadas Francis alternaría su labor en ambos circos familiares.
Tras la separación, Carlos y Luis se quedaron con el rinoceronte, el número del triple salto del coche y el nombre de Ringland. Partieron hacia Costa de Marfil, Camerún, Togo y Benin e iniciaron un camino de búsqueda de otro tipo de circo, con detalles como el renunciar a la rifa durante el espectáculo. Con el nombre de Circo de España trabajaron fundamentalmente en las islas Antillas y la Reunión, aunque también en Islandia, Alemania y Francia.
Luis Raluy, el carablanca que disfruta con las matemáticas.
Resulta chocante que Luis Raluy: presentase en octubre de 1985 en Puerto Rico su teoría “Visión matemática del espacio”; que en 1996 propusiese una solución al, según P. L. Wantzel, problema irresoluble “trisección del ángulo con compás y regla”; que en 1997 editase la “Ingeniosa teoría del Espacio y del Tiempo”; o que en el 2001 saliese airoso de la presentación de una ponencia en el Congreso Internacional de las Matemáticas de Sudáfrica. Además es un hombre siempre dispuesto para la conversación, buen relaciones públicas, con curiosidad por aprender y publicar libros de matemáticas o de su circo. Bárbara, su mujer, nació en Inglaterra y es la responsable de la taquilla. Tienen dos hijas: Louisa y Kerry.
Carlos, director del circo.
Mientras que Jerzy, marido de Louisa, dirige el montaje, al personal y la restauración de carromatos, Carlos se encarga de la ruta y la dirección del circo. Su mujer, Melitta, realiza equilibrios y acrobacias orientales. Rosita es la hija de ambos.
El circo poético Raluy.
En su gira española de 1992 se pudo ver un apunte de lo que se confirmaría en 1996. Estamos ante un circo con un entorno único, un museo de caravanas antiguas de diferentes países europeos. El espectáculo es intimista y la atmósfera está muy cuidada. Ese año se les concedió el Premio Nacional de Circo e iniciaron su presentación en casi toda España: 1997, éxito de crítica en Madrid, Premio Ágora en el Festival de Teatro Clásico de Almagro, gira triunfal por Cataluña en otoño; 1998, Nariz de Oro en el Festival Internacional de Payasos de Cornellá, rodaje de “Raluy, una noche en el circo”, presentación de la reaparición de la ecuyére Paulina Schumann; 1999, Premio Max de la Sociedad General de Autores; y en el 2001, la esperada gira por Asturias. Podemos resumir la trayectoria de los últimos años con las palabras del poeta Joan Brossa: “Nunca imaginé que pudiera existir un circo así”. Artistas como Ramón Pujolboira, Manuel Oyonarte, Eduardo Riggio, Francisco Díaz,...; los fotógrafos Joaquín Ruiz Sancho, Javier Lassen,...; e intelectuales, José Luis Domingo García, Etelvino Vázquez,... han visitado o dedicado obras a Raluy. El público argentino, en el 2000, salía a despedirlos de las ciudades, incluso acompañaban con sus coches al convoy del circo.
La tercera generación.
Llegará el día que a Louisa, Kerry y Rosita, apoyadas por sus parejas, les tocará coger el timón de esta empresa con futuro. Apostamos por que ellas serán capaces de dar nuevos pasos adelante en la recuperación del circo de antaño: como la vuelta de la banda de música o los números ecuestres,... elementos esenciales y hoy infrecuentes bajo las lonas. La mujer traerá, pues, también la esperanza a este espectáculo.
De conseguirlo, quizá, entonces Carlos Raluy podría habitar el pueblo Raluy y volverlo a dar vida —anhelo que late en su interior— con todos los artefactos con los que él y su familia han ilusionado al mundo. Continuaría así la labor del sembrador de sueños que encuentra eco en las gentes sensibles, su público, porque ofrece gracia e ingenio.