Aplicaciones didácticas del cuentacuentos tradicional japonés en el aula de primaria
Irene Criado López
Licenciada en Filología Inglesa (UEx)
Diplomada en Lenguas Extranjeras (UEx)
A mi hermano, por su esfuerzo.
INTRODUCCIÓN
En el presente artículo se pretende mostrar cómo la técnica tradicional del cuentacuentos nipón (o Kamishibai) puede adecuarse a la perfección en nuestras aulas de cara a la enseñanza de los denominados temas transversales durante la Educación Primaria. Así, prologando el ensayo con una breve introducción histórica, presentamos al lector varias propuestas metodológicas que podrían emplearse en las clases de los primeros cursos de dicho nivel educativo.
UNAS LÍNEAS SOBRE EL KAMISHIBAI. UN POCO DE HISTORIA
La palabra Kamishibai (紙芝居) significa en japonés “Teatro de papel”, y sirve para significar la forma tradicional de cuentacuentos del Imperio del Sol Naciente, el cual siempre incluye un soporte visual (viñetas a color). Así, este viejo arte se muestra como la armoniosa conjunción entre el componente oral de la voz del cuentacuentos y el visual, que aportan las ilustraciones que acompañan a la narración.
Se ha visto el origen del Kamishibai en los rollos ilustrados (maki-e) con motivos budistas que se utilizaban para complementar los preceptos religiosos que eran explicados verbalmente a la comunidad de novicios de los monasterios o a los feligreses. Estos textos, con sus respectivas ilustraciones, tenían un fin eminentemente educativo, ya que instruían a su auditorio en conceptos tales como el infierno búdico o la rueda de las reencarnaciones (samsara).
Avanzando en el tiempo, veremos cómo la imagen se va separando progresivamente del declamado, y, ya en el siglo XIII, los denominados biwahoshi1 recorrían el país entonando los pasajes más emocionantes del Heike Monogatari —acaso el mejor cantar de gesta japonés— acompañados siempre por diversos instrumentos musicales.
A lo largo de los siglos —y hasta llegar el siglo XX— las formas de canto y de declamado se fueron perfeccionando gracias al teatro, en géneros tan populares como el Kabuki o el Bunraku, donde jugaría un papel fundamental Takemoto Gidayu I (1651-1714), quien explotó las posibilidades de la voz humana y quien dotó de expresión y dramatismo a las partes cantadas y declamadas de las representaciones.
Como decía, será ya entrado el siglo XX cuando el Kamishibai se establezca tal y como hoy lo conocemos, como entretenimiento popular en el que los cuentos y las leyendas del rico y variado folclore nipón se conjugan con las ilustraciones que los propios cuentacuentos solían elaborar de manera artesana.
Uno de los hechos que propició el surgimiento del Kamishibai fue la profunda depresión económica que sufrió Japón en la década de los años 30. Entonces, muchos padres de familia desempleados hubieron de buscar un oficio con el que llevar algo de dinero a sus respectivos hogares.
Las representaciones de esa época, o del “viejo Kamishibai”, tenían lugar en las calles y en los parques de las ciudades, con muy pocos medios. No solía contarse más que con un pequeño teatrillo montado en la parte trasera de una bicicleta, realizado éste en madera, sobre el que se sostenían las láminas que acompañarían la voz del gaitokamishibaya. En ocasiones, antes de la representación, el intérprete ofrecía a su auditorio caramelos y dulces, que muchas veces confeccionaba el mismo entorno familiar del cuentacuentos; los niños que comprasen estas chucherías serían quienes ocupasen los lugares más próximos al teatrillo, quedando en una segunda fila aquéllos que no podían permitirse tal desembolso.
Un segundo momento de esplendor para el Kamishibai vendría en la década de los 50, cuando en un país sumido en el caos y en el desastre, provocado por la derrota en la Segunda Guerra Mundial, ésta sea una de las pocas distracciones posibles, tanto para niños como para adultos. Es por estos años cuando empieza a considerarse seriamente al Kamishibai como instrumento educativo. Si bien, es verdad que algunos años antes se había empleado ya como herramienta didáctica en las aulas de los jardines de infancia y en los colegios nipones, obteniendo resultados favorables. Así, a finales de los años 30, fue la profesora Gozan Takahashi (1888-1965) quien pusiese todo su esfuerzo en que este hermoso arte entrase de lleno en los planes educativos japoneses. Otro hecho importante fue la creación en 1938 de la “Asociación del Kamishibai Educativo en Japón”; y un tercer pilar importante para la sustentación del Kamishibai como recurso pedagógico fue la labor de Kenya Matsunaga, quien se afanó por demostrar en sus publicaciones y conferencias dirigidas a la comunidad docente la valía de este viejo arte, el cual no había perdido su vigencia como herramienta didáctica.
Las siguientes décadas, hasta llegar a nuestros días, el Kamishibai no ha hecho sino cobrar relevancia en las aulas japonesas y en las de otros países, y ya se cuentan por decenas las experiencias que se han llevado a cabo empleando esta técnica. Una de las difusoras pioneras del Kamishibai en nuestro país ha sido Carmen Aldama, maestra en el colegio San Juan de la Cadena de Pamplona, centro en el que el arte del cuentacuentos nipón ha echado raíces y en donde la implicación entre profesores, alumnos y padres de alumnos es todo un ejemplo a seguir.
Ni que decir tiene que la siguiente propuesta que presentamos podrá ser modificada y adecuada a cada nivel de Primaria. Nos centraremos ahora en la elaboración de un Kamishibai dedicado a la enseñanza de contenidos relacionados con los temas transversales2, que tanta importancia han tenido en los colegios para la transmisión de valores y para la formación integral de los más pequeños.
Para comenzar, el profesor seleccionará estos argumentos. Se recomienda que los contenidos hayan sido estudiados previamente en clase para que a los alumnos les resulte más fácil trabajar con ellos.
Con el fin de que los alumnos vayan familiarizándose con ellos se llevará a cabo en el aula la actividad de “lluvia de ideas”, es decir, el profesor lanzará una serie de preguntas relacionadas con los contenidos a tratar en el Kamishibai y los alumnos darán sus opiniones e ideas sobre estos temas, que serán recogidas en sus cuadernos para la posterior elaboración del cuento.
Una vez debatidas las preguntas, los alumnos se dividirán en distintos grupos, y cada grupo trabajará con uno de los contenidos vistos en clase. Para ello, el profesor podrá pedir la colaboración de los padres de los alumnos, quienes ayudarán a elaborar un cuento cuyo argumento se base en el contenido seleccionado previamente por los escolares. Asimismo, los padres, junto con los niños, elegirán a los personajes y la posible música que acompañará a la narración durante la ejecución del Kamishibai. Para hacer más cercano el cuento, es preferible que los alumnos estén familiarizados tanto con los personajes (Shin Chan, Los Simpsons, Mickey Mouse, etc.) como con la música (pueden usar la base musical de tonadas populares, etc.). Huelga decir que esta parte de la actividad estará supervisada en todo momento por el profesor, quien ha de documentarse pertinentemente para que sea lo más enriquecedora posible para el alumnado.
La narración se escribirá por detrás de las ilustraciones, y serán los alumnos, con ayuda del profesor y de los padres, quienes se encarguen de redactarla (aunque este paso dependerá del nivel de los educandos). La narración puede sacarse tanto de las notas tomadas durante la “tormenta de ideas” como de los cuentos populares, que pueden servir de guión mientras estamos en esta fase de la actividad.
Elegidos ya los personajes y la historia, pasaremos ahora a la elaboración de las ilustraciones que acompañarán a la narración. Los dibujos han de ser grandes y lo suficientemente claros para facilitar la comprensión de la intencionalidad del cuento. Sugerimos que estas ilustraciones sean realizadas por los alumnos, si bien, los padres pueden participar en su diseño. Siempre será bienvenida cualquier técnica de dibujo, como el collage, puntillismo, carboncillo o cualquier otra que los alumnos decidan para su cuento.
Por otro lado, el teatrillo se puede fabricar durante las clases de Plástica. Cada grupo, con ayuda del profesor, se encargará de diseñar el suyo. Para ganar en originalidad, el profesor puede recomendar a los alumnos que el diseño tenga que ver con el tema a tratar, incluyéndose ilustraciones o abalorios que relacionen contenido y continente.
Una vez terminada la fase de elaboración del teatrillo, el profesor ha de explicar a los alumnos la puesta en marcha del Kamishibai, es decir, cómo han de insertar las láminas del cuento, la entonación que se va a poner para cada uno de los personajes, cuándo sonarán las músicas, etc.
Concluidos estos pasos, pasaremos a representar los cuentos de cada grupo. Para crear un ambiente adecuado, los alumnos pueden sentarse en semicírculo, alrededor del Kamishibai. Asimismo, esta disposición facilitará la visualización del teatrillo y la correcta recepción del mensaje, lo que hará posible una mejor comprensión del texto. Todos los integrantes del grupo participarán en la representación del cuento, unos pasando las láminas, otros declamando el argumento y otros poniendo música o tocando instrumentos. Además, se puede, incluso, pedir la participación del público (el profesor, compañeros, padres…), fomentando esta actividad la integración social de los miembros de la comunidad educativa a que participen y se impliquen en ella desde el momento de su gestación hasta el de la representación.
CODA
Como hemos visto, la elaboración completa de un Kamishibai es una tarea relativamente sencilla, que invita a la participación del alumnado, profesores y padres de alumnos. Evidentemente, será crucial un alto grado de implicación de los participantes, aunque la experiencia nos demuestra que la realización de un Kamishibai es una tarea ilusionante para todos, quizá por los distintos elementos que participan en él: plástica, lengua, música… aunque uno de los factores más importantes sea la convivencia y el trabajo grupal de los individuos implicados en la tarea. Con ejercicios como éste, a la par que trabajamos diferentes materias y acercamos una cultura tan lejana como es la japonesa a nuestros parámetros geográficos, fomentamos el trabajo en equipo, la convivencia y el respeto hacia nuestros compañeros de aula, trabajando los ya aludidos temas transversales. Prácticas todas ellas necesarias para la puesta en marcha de la denominada y tan buscada en ocasiones “aldea global”.
Bibliografía
Aldama Jiménez, C. (2008). “Cómo elaborar un Kamishibai”, Mi biblioteca: la revista del mundo bibliotecario, n.º 15, pp. 48-52.
Aldama Jiménez, C. (2005). “La magia del Kamishibai”, TK, n.º 17, pp. 153-162.
Cid Lucas, F. (2006). “El bello espectáculo del Kamishibai: a caballo entre la performance y la narración”, Ñaque, n.º 47, pp. 24-26.
Cid Lucas, F. (2009). “El Kamishibai como recurso didáctico en el aula de Educación Infantil y Primaria: una experiencia educativa”, Bordón: Revista de Pedagogía, vol. 61, n.º 4, pp. 141-149.
Matsui, N. (2005). Kamishibai–kyokanno yorokobi. Tokyo: Doshinsha.
Paatela-Nieminen, M. (2008). “The Intertextual Method for Art Education Applied in Japanese Paper Theatre. A study on Discovering Intercultural Differences”, International Journal of Art Design Education, n.º 27, pp. 91-104.
Tanner, R. y Green, C. (1998). Tasks for Teacher Education.Harlow: Longman.
VV.AA. (2003). Didáctica del Inglés.Madrid: Pearson.
VV.AA. (1992). The Primary English Teacher’s Guide. London: Penguin.
Notas
1 Los biwahoshi eran trovadores ambulantes, muchos de ellos ciegos, que recorrían los pueblos ganándose la vida cantando y declamando viejas historias y pasajes de grandes cantares, como el aludido Heike Monogatari.
2 Éstos son: Educación Moral y Cívica, Educación para la Paz, Educación para la Salud, Educación para la Igualdad entre ambos sexos, Educación Ambiental, Educación Sexual, Educación del Consumidor y Educación Vial.