Anselmo Coto Argüelles
Presentación
En septiembre de 2011, Azucena Álvarez García se alzó con el “Premio a la Mejor Obra de Teatro para el Castillo de Cuéllar”, en Segovia. Premio que consistía en la escritura, producción y dirección de 3 versiones de una misma obra de teatro. Con De la Cueva y de Mendoza y Luna recuperó la figura de Mencía de Mendoza y Luna (esposa de Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque) y la convirtió en protagonista absoluta de sus 3 obras homónimas, estrenadas en los meses de marzo y abril de 2012 y que serán representadas en el interior del Castillo de Cuéllar, en sesiones diarias, de fines de semana y nocturnas, hasta febrero de 2014.
Dos mujeres a escena:
Mencía de Mendoza y Azucena Álvarez
Mencía de Mendoza y Luna (1445?-1475?) es hija de don Diego Hurtado de Mendoza y Figueroa (I duque del Infantado y II marqués de Santillana entre otros muchos títulos y distinciones) y de su primera esposa, Brianda de Luna y Mendoza.
Imposible resulta separar su figura de la de su marido, Beltrán de la Cueva. De hecho, la identidad de la primera se conserva en la historia por los vínculos familiares, más que por su propia identidad. A Mencía de Mendoza y Luna se la conoce por su parentesco con el marqués de Santillana y el duque de Alburquerque; hija del primero y esposa del segundo. Su condición de duquesa es también secundaria. Para la historia de España lo que realmente importa de su matrimonio con De la Cueva es el hecho de haberle dado 6 hijos legítimos, durante los 13 años de convivencia marital
¿Qué sabemos, pues, de Mencía de Mendoza y Luna? Escasísimos datos referidos a su papel de hija y esposa de noble y, desgraciadamente, ignoramos cualquier referencia a su persona, sus cualidades físicas y morales. Ante esta realidad, ¿se atrevería alguien a retratarla para una obra de teatro? La respuesta es afirmativa: sí. ¿Quién se ha atrevido a ello? Azucena Álvarez García.
Azucena Álvarez (Oviedo, 1971) es Lda. en Filología Clásica por la Universidad de Oviedo. Experta Universitaria en Escritura y Creación de Programas de TV, Especialista en Filoloxía Asturiana (títulos propios de la U. de Oviedo), titulada en Inglés, Alemán e Italiano, además de escritora. Cuenta en su haber con más de 18 premios literarios, obtenidos a lo largo de 15 años de trayectoria profesional, en los que ha escrito prosa, poesía, teatro y guiones de radio. Se dedica, también, a la investigación filológica e histórica y en este punto ha prestado, durante los últimos 6 años, un interés especial a la recuperación de personajes históricos femeninos, cuyas biografías ha guionizado y dramatizado para el serial de radio-teatro “Nomes d’Asturies”, programa que empezó a emitirse en octubre de 2005 en la Radio del Principado de Asturias (RPA) y que aún sigue en antena.
¿Cómo se “suben” ambas mujeres, personaje y autora, a escena? Gracias a la convocatoria bianual del Ayto. de Cuéllar: su Premio Nacional a la Mejor Obra para representar en el Castillo de Cuéllar.
La propuesta teatral une la visita guiada e histórica, de la mano de las guías de la Oficina de Turismo, con la contemplación de una obra de teatro viva, que se desarrolla por distintas estancias del castillo, decoradas, como no podía ser menos, con mobiliario y adornos propios de la época medieval. La concejalía de Turismo y el Ayto. de Cuéllar denominan a esta actividad (pionera en España hace 14 años), que aúna faceta turística, cultural, teatral y lúdica, recomendada para todos los públicos, bajo el eslogan de “El Castillo Habitado”.
Tres son las obras que se representan, adaptadas para todos los públicos, todas con el mismo título, pero con tramas y personajes diferentes. Hay una diaria, de lunes a viernes para grupos y previa cita concertada; la segunda, durante los fines de semana en sesiones dobles (horario de mañana y tarde) y la tercera, en sesiones nocturnas que coinciden con fechas y fiestas señaladas (Semana Santa, vacaciones de verano y Navidad).
Cinco son los actores que dan vida a casi una decena de personajes. Todos ellos realizan un trabajo excelente y merecen no sólo el aplauso del público sino mi reconocimiento más sincero. Los actores titulares son: D. Antonio Sanz Clavo, D. Jesús Puebla Sanz y D. Germán Mira del Cabo. La actriz titular, D.ª Blanca Amelia Izquierdo Salamanca y la actriz suplente: D.ª Begoña Martín Prieto.
Mencía de Mendoza y luna: dramatis persona
He visto, admirado y gozado de la actuación de los actores en la versión de fin de semana. Me quedan por ver dos de las obras, pero como muestra, un botón… Es de ley resaltar a la protagonista femenina y dedicarle un tiempo de crítica superior al resto de personajes masculinos: el capitán de la guardia, el alcalde de la villa, el monje, el escribiente, el herrero…
Según ha declarado la autora en sucesivas entrevistas, doña Mencía se nos presenta como el personaje central y protagonista absoluto: hace y deshace, ordena y manda y el resto de personajes obedecen (o no) sus deseos y órdenes. Nos encontramos, pues, ante una mujer dura, de carácter decidido y férreo, fría y apática, en el sentido de “desapasionada”. Esa presencia hierática exige que los gestos emocionales estén reducidos al máximo: no hay alegría (ni por tanto, risa o sonrisa; o no debería haberla, según consta en el guión y acotaciones originales), no hay pena (ni dolor o sufrimiento). Es una “piedra”, emocionalmente hablando, y ahí reside su fortaleza. Por otro lado, mujeres de carácter fuerte, duras y “desapasionadas” no han sido una excepción a lo largo de la historia. Recordemos el caso de las matronas romanas, algo que, además según reconoció la autora en una entrevista al periódico1 La Voz de Asturias, su ejemplo sirvió para crear el personaje de la duquesa de Alburquerque.
Doña Mencía se opone al segundo personaje femenino (la cocinera), no por su aspecto físico exterior, que sería lo más fácilmente reconocible y de menor complejidad dramática; sino por el control absoluto sobre sus emociones. No sabemos qué siente doña Mencía, pero sí sabemos qué siente, cómo y por qué lo siente la cocinera: avaricia, envidia, ira o risa, emociones que no se ven en su señora, la duquesa de Alburquerque. Esa comparación subraya aún más la diferencia de clase entre mujeres, al igual que la subrayaba antes respecto a los hombres y sirve para identificar, categorizar y elevar la figura de Mencía como única e irrepetible dentro y fuera de la obra de teatro, dentro y fuera de los muros del Castillo de Cuéllar.
Consideraciones finales: desde la emoción
Lo que más destacaría de esta obra, mejor, de esta representación teatral, es su carácter didáctico, algo que lleva intrínseco dado la profesión pedagógica de la autora. Está patente en la misma su compromiso social para hacer rescatar de la historia la trascendental y encomiable labor de la mujer.
En De la Cueva y de Mendoza y Luna nos presenta una protagonista femenina —Doña Mencía— de fuerte carácter, dispuesta a defender su honor y su linaje al precio que las circunstancias exigieren. Una mujer dispuesta a gobernar – como otras de su época, pensemos en Isabel I de Castilla – si la situación lo requería; lo cual sería bastante frecuente dadas las continuas ausencias del valido, su marido, Don Beltrán.
Me fascina y congratula enormemente —mi vida laboral también se desarrolló al rodiu* de un aula— el valor didáctico de esta obra con todas las circunstancias que la rodean. Cómo hubiese disfrutado yo de tener al alcance de mis alumnos una ocasión como ésta para hacer un viaje al pasado; nosotros, que algunos hicimos. ¿Puede haber algo más motivador para un alumno que conocer la época feudal dentro de un castillo? Torres, almenas, estancias, patios… Nobles, vasallos, clérigos… Y una trama palaciega que va in crescendo, como nuestro interés a medida que recorremos las dependencias del castillo.
Azucena Álvarez es una profesora que dedica su tiempo —¿libre?— a investigar y sacar a la luz de la actualidad la vida y obras de mujeres asturianas de antaño. Polvo de estrellas arrequexáu* en viejas crónicas. Ya sabemos de su merecido reconocimiento en altas esferas literarias, como la que aquí nos permite expresarnos, por ejemplo. Pero nós* queremos darle nuestro humilde agradecimiento personal por habernos hecho sentir la emoción del teatro2. Esa emoción que sentía “le renard” de Le Petit Prince3, mientras esperaba la función del amansamiento. Esa emoción que siente el que ansía… Y cuando llega al clímax su felicidad no tiene precio.
En cuanto supe de la representación en Cuéllar (gracias a su Ayuntamiento por llevar a la práctica tan genuina idea) de De la Cueva y de Mendoza y Luna tuve una cita ineludible y aún hoy cuando j’habille mon coeur con el hábito del día de autos mi corazón se agita de bonheure. Los deberes de esta obra siguen siendo, felizmente, interminables… Ese día sólo fue un punto de partida. Merci, Azucena. Lo conseguiste.
Notas
1. http://www.lavozdeasturias.es/asturias/Teatro-disfrutar-arquitectura_0_583741688.html
2. La misma autora reconoce, en una entrevista de mayo de 2004 para la revista (nº 11) de teatro La Ratonera: “Yo al teatro le pido que me llegue. He de salir de la sala sintiendo algo y, a ser posible, con deberes para casa”.
3. Le Petit Prince, cap. XXl: “Si tu viens, par exemple, à quatre heures de l’après-midi, dès trois heures je commmencerai d’être heureux. Plus l’heure avancera, plus je me sentirai heureux. À quatre heures, déjà, je m’agiterai et m’inquiéterai: je découvrirai le prix du bonheur!”.